Miércoles 23 de febrero

Cuando era chica, como casi todas las chicas, escribía en un diario con candado. Entonces no se me ocurría ventilar mi intimidad por ahí. No como ahora, que acabo de abrir esta bitácora y que, encima, la linkeé a mi blog.  Para que la lea todo el mundo. Literalmente todo el mundo, aunque no creo que a nadie en el mundo le interese demasiado lo que yo quiera decir. Estoy tratando de escribir una biografía sobre mí. Una autobiografía, claro. No una biografía de esas que salen en los libros:  no tengo una vida tan interesante, no. Una biografía que me piden en la editorial Gran Aldea para incluir en el apéndice de un libro para niños que están por publicarme. Tiene que estar en primera persona y ser amigable para los chicos. Tengo que contar quién soy, quién fui, cómo llegué aquí en 800 caracteres. Y cuesta eso. Porque pienso en mi infancia (que ahí es donde empieza necesariamente todo) y no puedo contar mi infancia en tan pocos caracteres. El primer borrador que me salió fue este:    

Recuerdo tres momentos, repetidos incontables veces en mi infancia, que vuelven a mí mucho y seguido. El primero: mamá leyéndonos Mujercitas y yo soñando con ser Josephine March. El segundo: yo misma editando mi “Solecosas”, una revista con juegos, cuentos y poesía que copiaba especialmente para cada una de mis compañeras del colegio: era una copista, como los primeros editores de este mundo. El tercero: la abuela hablándome de Rojas, su  extrañado pueblo de la infancia. Recuerdo su voz emocionada, su mirada ausente, la tristeza alegre de sus ojos al contarme aquello, y la revelación que tuve entonces: la vida duele menos cuando podemos contarla.

Los tres momentos vuelven a mí cuando me desanimo, cuando por algún motivo me parece que yo no debería escribir. Vuelven para recodarme cuál es mi camino, cuánto quiero esto y, sobre todo, ¡cómo me gusta escribir!

No es que no me guste, pero está claro que no les hablé a los chicos. Fue una conversación conmigo misma y para biografía no sirvió de mucho porque supongo que en la editorial querrán que cuente que he ido publicando en este tiempo, que he ganado algún premio; algo que ponga de manifiesto que merezco estar  en colección Pequeña Aldea, compartiendo cartel con escritores que admiro como Vaccarini, Suckazcer y Sarracino. El tema es que no estoy segura de merecerme tanto, y si no estoy segura yo ¿cómo convencer a nadie? Mucho menos a los chicos, que no se creen cualquier banana.

Pero me gustó hablar conmigo misma, y tanto me gustó que se me ocurrió abrir esta bitácora. Total, ya perdí la cuenta de todos los blogs que tengo en vuelo…

Published in: on febrero 23, 2011 at 5:59 pm  Deja un comentario  

The URI to TrackBack this entry is: https://solsilvestre3.wordpress.com/2011/02/23/5/trackback/

RSS feed for comments on this post.

Deja un comentario